El cerebro reptiliano, reptilian o primitivo, es el básico o el instintivo en el ser humano. Es el que actúa cuando nos ocupamos de cosas puntuales como fregar, lavar o coser. Es la parte más antigua del cerebro, es más, es el primero que la naturaleza nos proporcionó junto con los reptiles, hace unos 500 millones de años.
Los reptiles son las especies animales con el menor desarrollo del cerebro. El suyo, está diseñado para manejar la supervivencia y en dos extremos: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental. Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva.
Este cerebro no está en capacidad de pensar, ni de sentir; su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.
El complejo reptiliano comprende las conductas que se asemejan a los rituales animales como el anidarse o aparearse y las conductas impulsivas de defensa y ataque.
Cuando este cerebro ha sido activado en la primera infancia debido al maltrato o a climas emocionales de violencia; y probablemente cuando llegue la persona a la adultez será una persona necesitada de drogas para calmarse, un suicida, un violento o un delincuente.
Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa, por lo tanto, es muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, temperatura corporal, sexo, territorialidad, necesidad de cobijo, protección.
Nos sitúa en el puro presente, sin pasado y sin futuro, por lo que es incapaz de aprender o anticipar. En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo.
Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida, no piensa ni siente emociones, es pura impulsividad y es el capaz de cometer las mayores atrocidades.
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